Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Conferencia magistral en la Respetable Logia Simbólica Dr. Domingo Chanona de Chiapas, para conmemorar el 53 Día de la Fraternidad Chiapaneca en el 216 Aniversario del Natalicio del general Joaquín Miguel Gutiérrez Canales.
Tuxtla Gutiérrez, 21 de ago.- “Se afirma el pueblo que honra a sus héroes”, escribió el masón cubano José Martí, nacido en La Habana, el 28 de enero de 1853 y que entregó su vida por sus ideales en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895. Y hay razón, si consideramos que en este ejercicio reafirmamos nuestra identidad cultural, social y política.
Por ello, en la era de la confusión impulsada por la nueva doctrina imperial para desculturizar a las Naciones Estado, con el objetivo de la moderna orfandad que facilite la colonización a favor de la dictadura de las transnacionales, más que necesario es de estrategia vital el recordar a los hombres y mujeres que nos dieron Patria, que nos heredaron nuestra pertenencia en la temporalidad espacial de los tiempos y que será lo único que heredemos a nuestros hijos.
Es en este marco en que hoy, 21 de agosto de 2012, nos une en espacio y tiempo de este punto geométrico, la memoria del 216 Aniversario del Natalicio del general chiapaneco Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, en el marco del 140 Aniversario Luctuoso del Patricio oaxaqueño Benito Pablo Juárez García, el 18 de julio de 1872 y que llegó a estos planos tridimensionales el 21 de marzo de 1806, hace 206 años.
Dos íconos que hicieron historia al cumplir en su momento, con la responsabilidad histórica de superar los legítimos intereses y aspiraciones personales para cumplir con sus votos y juramentos al ingresar a sus logias masónicas, de perseguir los ideales de todo un pueblo y realizarlos por ese amor profundo a la gran familia estatal y nacional, a costa de la vida propia y haciendo vida los sagrados principios adquiridos en la Augusta Institución de la Orden Masónica, sin regatear rito u obediencia, sino en la aceptación tolerante de la universalidad en el origen que se pierde en la oscuridad de los tiempos.
Cada uno, con las distancias personales del tiempo y circunstancia, encarnó el deber de buscar y consolidar la unidad, como elemento único de sobrevivencia ante los embates oscuros de los conservadores nostálgicos de permanecer sometidos a la ignorancia y explotación de una minoría allende el mar en las Cortes imperiales, para saciar su avaricia y ambición personales y de grupo.
Mucho se ha dicho de Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, que llegó a estos planos tridimensionales el 21 de agosto de 1796, por San Marcos Tuxtla, Chiapas, México y que sus enemigos, los enemigos de la luz propia de un pueblo, lo hicieron partir al astral en la bóveda de la iglesia de San Marcos el 8 de junio de 1838, y no conformes, su odio cristiano les llevó a arrojarlo hacia el callejón, actualmente conocido como Callejón del Sacrificio.
Tal vez fue un éxito de los enemigos de las aspiraciones de un pueblo. Pero al observar la historia, al observarnos en este momento recordando la memoria de Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, confirmamos con los hechos, que fue un fracaso. Mataron su materia, su cuerpo, es cierto, pero en ese momento nació su ejemplo y renació la idea de libertad y dignidad que, ahora, nos toca honrar, no solamente en la efeméride, sino en la contundencia de los hechos, para preservar y consolidar la unidad ante los embates del nuevo colonialismo y sus falsos profetas que desean magnificar la supuesta incapacidad de gobernarnos.
Buscar concluir esa obra de unir no solamente a los chiapanecos, sino a todos los hermanos centroamericanos, que fueron representados por esos dos hombres, hermanos por decisión, Joaquín Miguel Gutiérrez Canales y Francisco Morazán.
Mencionaba que hoy como en ese 1838, en Chiapas los conservadores creían poder engañarnos de que no podíamos darnos gobierno, una mentira que se repitió el 3 de octubre de 1863, cuando se ofreció la Corona Mexicana a Fernando Maximiliano de Habsburgo-Lorena por la Junta Superior de Gobierno integrada por Miguel Miramón y Tarelo, José María Gutiérrez de Estrada, Francisco Javier Miranda, José Manuel Hidalgo y Juan Nepomuceno Almonte, quien usufructuó el ser hijo natural de Don José María Morelos y Pavón, artífice de la segunda etapa de la Guerra de Independencia de México, para buscar engañar a los mexicanos.
Recordemos que fueron los conservadores lo que negaron alimento y armas al ejército mexicano que defendía a la Patria de la guerra de rapiña emprendida por los Estados Unidos y que concluyó el 2 de febrero de 1848 con el despojo del 52 por ciento de su territorio nacional mediante el Tratado Guadalupe-Hidalgo.
Además de que del 17 de diciembre de 1857 hasta el 1 de enero de 1861, sostuvieron la llamada Guerra de Reforma, que inició cuando el general conservador Félix Zuloaga dio a conocer el Plan de Tacubaya en diciembre de 1857, que demandaba la derogación de la Constitución de 1857 (que lastimaba los privilegios del clero), cuestionaba la permanencia de Ignacio Comonfort en la presidencia y lanzaba la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaría de elaborar otra carta constitucional que garantizara los verdaderos intereses del pueblo mexicano que, en ese momento de la historia, según los conservadores, era profundamente católico.
Dos días después de su publicación, Comonfort (Presidente electo en ese momento) se adhirió al Plan de Tacubaya. Benito Juárez (Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ese momento) defendió enérgicamente la Constitución y se negó a colaborar con los conservadores. Por esta razón, Comonfort ordenó que lo detuvieran y lo mantuvieran en prisión. Por un tiempo los liberales y conservadores tuvieron gobiernos paralelos, con la sede del gobierno conservador en la Ciudad de México y los liberales en Veracruz.
Un ambiente que los conservadores creyeron favorables a sus intereses, máxime que se vivían momentos de profunda confusión, al nivel de que al llegar al país el emperador Maximiliano I de México en 1864, una comisión del Grado 33°, y miembros del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y de la Gran Logia Valle de México, se entrevistaron con él, a fin de ofrecerle los título de Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo y Gran Maestro de la Orden.
El monarca acogió benévolamente la comisión pero declinó los cargos, no obstante consintió en que se le proclamara Gran Patrono o Protector de la Orden, títulos que de ninguna manera implicaban pertenencia a la masonería. En cambio, nombró a dos caballeros de su corte, poseedores de toda su confianza, para que le representaran en los Altos Cuerpos. Estos caballeros fueron iniciados y elevados al Grado 33° con extrema rapidez por el Supremo Consejo. Dicho de otra manera, los hicieron Grados 33 a la vista, por capricho del Soberano.
Un dato histórico en que se confirma que el archiduque no fue masón, como difundió el alto clero político para satanizar a Benito Pablo Juárez García, en el sentido de que había asesinado a un hermano masón, al fusilarlo el 19 de julio de 1862. Pero se confirma con investigaciones recientes. El 19 de febrero de 2002 el historiador austriaco Honrad Ratz, presentó un material inédito en el Recinto Homenaje Benito Juárez en el Palacio Nacional, sobre la comisión dada por la Casa de Austria al Barón Eduardo Lago para asistir e incluso fugar a Maximiliano de Habsburgo del ex Convento de las Capuchinas con el concurso de masones mexicanos. El prisionero desconocía los signos y tocamientos lo que llevó a desistir de su intento y confirmó que no era masón.
Tenemos, entonces, que esta grave coyuntura política, económica y social, tal vez la más dramática de la historia nacional, encontró la fuerza y temple de un masón que encarnó el deber frente a la ofensiva política, diplomática y militar de los conservadores y la traición de los integrantes de la Gran Logia Valle de México. Podría decirse que en la peligrosa soledad y con la participación de un puñado de masones, se defendió a la Patria y pese a la adversidad se logró encontrar la luz que curiosamente, ese gran desafío representó la gran oportunidad para que México asentara las instituciones democráticas que hoy disfrutamos y que, triste y lamentablemente, estamos a punto de perder, al repetirse la historia de los conservadores al servicio del nuevo imperio, y de la complicidad consiente o inconsciente de masones sin mandil que buscan su beneficio personal y atomizan a la orden, creyendo que logran engañar al investirse falsamente como la encarnación masónica.
Es cierto que el 18 de julio de 1872 partió al astral Benito Pablo Juárez García, por la imposibilidad natural de prolongar el servicio de un cuerpo sometido a 4 horas máximo de descanso, tensiones, preocupaciones y ocupaciones para afianzar primero la fe en los ideales, porque sabemos que humanamente hay momentos de duda sobre proseguir o simplemente abandonar la empresa, con buscar lo mecanismos que posibilitaran realizarlos, llevarlos a la práctica, pero no a favor personal o familiar, al grado de enjuiciar a un familiar cercano por intentar abusar del parentesco, sino por amor a la gran familia mexicana, en particular y a la humanidad en general.
Podría dudarse de su impacto en la humanidad en general, pero a ese escepticismo podernos recordarle que Benito Pablo Juárez García defendió la soberanía mexicana de la invasión de un ejército, el más poderoso del mundo en ese momento, y que vencerlo para respetar y hacer respetar la soberanía nacional mexicana, el mundo lo considera como la defensa universal de la soberanía, autonomía e independencia de las naciones frente a los apetitos coloniales.
La trascendencia de la defensa patria la observa Colombia. El 1 de mayo de 1865 el Congreso determina poner su retrato y la inscripción: “Benito Juárez, ciudadano Mexicano”, por “su constancia en defender la libertad e independencia de México”.
En sesión solemne del Congreso Nacional Dominicano en Santo Domingo, el 11 de mayo de 1867, el diputado Madrigal dio que ponía en conocimiento de esa Cámara, “la plausible noticia recibida últimamente de que Juárez acababa de conseguir un espléndido triunfo, dando un golpe de muerte al imperio en mala hora fundado en México; que el Presidente Juárez por este hecho se hacía acreedor a los vítores de toda la América, pues que destruyendo para siempre la preponderancia de Europa en este Hemisferio, mataba cuantas esperanzas de dominio pudiera esta abrigar en lo sucesivo; que al llamar la atención de la Cámara sobre este hecho, era con el objeto de que el Congreso dominicano por su parte, aclamase a Juárez Benemérito de la América; que la República Dominicana estaba en aptitud para ello y podría tomar la iniciativa, dando ejemplo a las demás repúblicas, sus hermanas, que quisieran tomar su simpatía por la causa de la libertad de México; a la que no dudaba debía seguirse la de toda la América de uno a otro extremo”.
Fueron ejemplo incluso para los mexicanos. Tuvieron que pasar 6 años para que los mexicanos nos diésemos cuenta de la dimensión de esta gran obra juarista y es hasta el 18 de abril de 1873, cuando el Congreso de la Unión decretó declarar Benemérito de la Patria en grado de heroico al C. Benito Juárez y fijar su nombre con letras de oro en el Salón de Sesiones del H. Congreso de la Unión.
Hoy, ante el saqueo desvergonzado de los recursos naturales y el reinado de la mentira y la hipocresía, recordemos que Benito Pablo Juárez García, al partir al astral el 18 de julio de 1872, no había cobrado 18 mil pesos de sus emolumentos correspondientes a su última gestión iniciada el 12 de octubre de 1867.
Tiempo y forma de la era de la avaricia mentirosa nos obligan a repensar y repasar el ejemplo de los hombres y mujeres que hicieron posible que disfrutásemos esta heredad que permitimos nos fuese arrancada sin que nos ocupemos de lo que heredaremos a nuestros hijos. Observar que en el momento más grave en el cumplimiento de su deber, sufrieron el asilamiento y marginación para amenazar la realización de su magna obra. Y que hoy, al disminuir esa grandeza a una efeméride les abandonamos y nos abandonamos, sin hacer vida su ejemplo en nuestra cotidianeidad.
Es cuanto:
Dado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 21 de agosto de 2012.
Mario Luis Altuzar Suárez.
Director General de Publicaciones Aldehan SA de CV y sus ediciones Arcano.
Vocero de la Federación de Logias Mexicanas.
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Fuente: A Fuego Lento.
Conferencia magistral en la Respetable Logia Simbólica Dr. Domingo Chanona de Chiapas, para conmemorar el 53 Día de la Fraternidad Chiapaneca en el 216 Aniversario del Natalicio del general Joaquín Miguel Gutiérrez Canales.
Tuxtla Gutiérrez, 21 de ago.- “Se afirma el pueblo que honra a sus héroes”, escribió el masón cubano José Martí, nacido en La Habana, el 28 de enero de 1853 y que entregó su vida por sus ideales en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895. Y hay razón, si consideramos que en este ejercicio reafirmamos nuestra identidad cultural, social y política.
Por ello, en la era de la confusión impulsada por la nueva doctrina imperial para desculturizar a las Naciones Estado, con el objetivo de la moderna orfandad que facilite la colonización a favor de la dictadura de las transnacionales, más que necesario es de estrategia vital el recordar a los hombres y mujeres que nos dieron Patria, que nos heredaron nuestra pertenencia en la temporalidad espacial de los tiempos y que será lo único que heredemos a nuestros hijos.
Es en este marco en que hoy, 21 de agosto de 2012, nos une en espacio y tiempo de este punto geométrico, la memoria del 216 Aniversario del Natalicio del general chiapaneco Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, en el marco del 140 Aniversario Luctuoso del Patricio oaxaqueño Benito Pablo Juárez García, el 18 de julio de 1872 y que llegó a estos planos tridimensionales el 21 de marzo de 1806, hace 206 años.
Dos íconos que hicieron historia al cumplir en su momento, con la responsabilidad histórica de superar los legítimos intereses y aspiraciones personales para cumplir con sus votos y juramentos al ingresar a sus logias masónicas, de perseguir los ideales de todo un pueblo y realizarlos por ese amor profundo a la gran familia estatal y nacional, a costa de la vida propia y haciendo vida los sagrados principios adquiridos en la Augusta Institución de la Orden Masónica, sin regatear rito u obediencia, sino en la aceptación tolerante de la universalidad en el origen que se pierde en la oscuridad de los tiempos.
Cada uno, con las distancias personales del tiempo y circunstancia, encarnó el deber de buscar y consolidar la unidad, como elemento único de sobrevivencia ante los embates oscuros de los conservadores nostálgicos de permanecer sometidos a la ignorancia y explotación de una minoría allende el mar en las Cortes imperiales, para saciar su avaricia y ambición personales y de grupo.
Mucho se ha dicho de Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, que llegó a estos planos tridimensionales el 21 de agosto de 1796, por San Marcos Tuxtla, Chiapas, México y que sus enemigos, los enemigos de la luz propia de un pueblo, lo hicieron partir al astral en la bóveda de la iglesia de San Marcos el 8 de junio de 1838, y no conformes, su odio cristiano les llevó a arrojarlo hacia el callejón, actualmente conocido como Callejón del Sacrificio.
Tal vez fue un éxito de los enemigos de las aspiraciones de un pueblo. Pero al observar la historia, al observarnos en este momento recordando la memoria de Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, confirmamos con los hechos, que fue un fracaso. Mataron su materia, su cuerpo, es cierto, pero en ese momento nació su ejemplo y renació la idea de libertad y dignidad que, ahora, nos toca honrar, no solamente en la efeméride, sino en la contundencia de los hechos, para preservar y consolidar la unidad ante los embates del nuevo colonialismo y sus falsos profetas que desean magnificar la supuesta incapacidad de gobernarnos.
Buscar concluir esa obra de unir no solamente a los chiapanecos, sino a todos los hermanos centroamericanos, que fueron representados por esos dos hombres, hermanos por decisión, Joaquín Miguel Gutiérrez Canales y Francisco Morazán.
Mencionaba que hoy como en ese 1838, en Chiapas los conservadores creían poder engañarnos de que no podíamos darnos gobierno, una mentira que se repitió el 3 de octubre de 1863, cuando se ofreció la Corona Mexicana a Fernando Maximiliano de Habsburgo-Lorena por la Junta Superior de Gobierno integrada por Miguel Miramón y Tarelo, José María Gutiérrez de Estrada, Francisco Javier Miranda, José Manuel Hidalgo y Juan Nepomuceno Almonte, quien usufructuó el ser hijo natural de Don José María Morelos y Pavón, artífice de la segunda etapa de la Guerra de Independencia de México, para buscar engañar a los mexicanos.
Recordemos que fueron los conservadores lo que negaron alimento y armas al ejército mexicano que defendía a la Patria de la guerra de rapiña emprendida por los Estados Unidos y que concluyó el 2 de febrero de 1848 con el despojo del 52 por ciento de su territorio nacional mediante el Tratado Guadalupe-Hidalgo.
Además de que del 17 de diciembre de 1857 hasta el 1 de enero de 1861, sostuvieron la llamada Guerra de Reforma, que inició cuando el general conservador Félix Zuloaga dio a conocer el Plan de Tacubaya en diciembre de 1857, que demandaba la derogación de la Constitución de 1857 (que lastimaba los privilegios del clero), cuestionaba la permanencia de Ignacio Comonfort en la presidencia y lanzaba la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaría de elaborar otra carta constitucional que garantizara los verdaderos intereses del pueblo mexicano que, en ese momento de la historia, según los conservadores, era profundamente católico.
Dos días después de su publicación, Comonfort (Presidente electo en ese momento) se adhirió al Plan de Tacubaya. Benito Juárez (Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ese momento) defendió enérgicamente la Constitución y se negó a colaborar con los conservadores. Por esta razón, Comonfort ordenó que lo detuvieran y lo mantuvieran en prisión. Por un tiempo los liberales y conservadores tuvieron gobiernos paralelos, con la sede del gobierno conservador en la Ciudad de México y los liberales en Veracruz.
Un ambiente que los conservadores creyeron favorables a sus intereses, máxime que se vivían momentos de profunda confusión, al nivel de que al llegar al país el emperador Maximiliano I de México en 1864, una comisión del Grado 33°, y miembros del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y de la Gran Logia Valle de México, se entrevistaron con él, a fin de ofrecerle los título de Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo y Gran Maestro de la Orden.
El monarca acogió benévolamente la comisión pero declinó los cargos, no obstante consintió en que se le proclamara Gran Patrono o Protector de la Orden, títulos que de ninguna manera implicaban pertenencia a la masonería. En cambio, nombró a dos caballeros de su corte, poseedores de toda su confianza, para que le representaran en los Altos Cuerpos. Estos caballeros fueron iniciados y elevados al Grado 33° con extrema rapidez por el Supremo Consejo. Dicho de otra manera, los hicieron Grados 33 a la vista, por capricho del Soberano.
Un dato histórico en que se confirma que el archiduque no fue masón, como difundió el alto clero político para satanizar a Benito Pablo Juárez García, en el sentido de que había asesinado a un hermano masón, al fusilarlo el 19 de julio de 1862. Pero se confirma con investigaciones recientes. El 19 de febrero de 2002 el historiador austriaco Honrad Ratz, presentó un material inédito en el Recinto Homenaje Benito Juárez en el Palacio Nacional, sobre la comisión dada por la Casa de Austria al Barón Eduardo Lago para asistir e incluso fugar a Maximiliano de Habsburgo del ex Convento de las Capuchinas con el concurso de masones mexicanos. El prisionero desconocía los signos y tocamientos lo que llevó a desistir de su intento y confirmó que no era masón.
Tenemos, entonces, que esta grave coyuntura política, económica y social, tal vez la más dramática de la historia nacional, encontró la fuerza y temple de un masón que encarnó el deber frente a la ofensiva política, diplomática y militar de los conservadores y la traición de los integrantes de la Gran Logia Valle de México. Podría decirse que en la peligrosa soledad y con la participación de un puñado de masones, se defendió a la Patria y pese a la adversidad se logró encontrar la luz que curiosamente, ese gran desafío representó la gran oportunidad para que México asentara las instituciones democráticas que hoy disfrutamos y que, triste y lamentablemente, estamos a punto de perder, al repetirse la historia de los conservadores al servicio del nuevo imperio, y de la complicidad consiente o inconsciente de masones sin mandil que buscan su beneficio personal y atomizan a la orden, creyendo que logran engañar al investirse falsamente como la encarnación masónica.
Es cierto que el 18 de julio de 1872 partió al astral Benito Pablo Juárez García, por la imposibilidad natural de prolongar el servicio de un cuerpo sometido a 4 horas máximo de descanso, tensiones, preocupaciones y ocupaciones para afianzar primero la fe en los ideales, porque sabemos que humanamente hay momentos de duda sobre proseguir o simplemente abandonar la empresa, con buscar lo mecanismos que posibilitaran realizarlos, llevarlos a la práctica, pero no a favor personal o familiar, al grado de enjuiciar a un familiar cercano por intentar abusar del parentesco, sino por amor a la gran familia mexicana, en particular y a la humanidad en general.
Podría dudarse de su impacto en la humanidad en general, pero a ese escepticismo podernos recordarle que Benito Pablo Juárez García defendió la soberanía mexicana de la invasión de un ejército, el más poderoso del mundo en ese momento, y que vencerlo para respetar y hacer respetar la soberanía nacional mexicana, el mundo lo considera como la defensa universal de la soberanía, autonomía e independencia de las naciones frente a los apetitos coloniales.
La trascendencia de la defensa patria la observa Colombia. El 1 de mayo de 1865 el Congreso determina poner su retrato y la inscripción: “Benito Juárez, ciudadano Mexicano”, por “su constancia en defender la libertad e independencia de México”.
En sesión solemne del Congreso Nacional Dominicano en Santo Domingo, el 11 de mayo de 1867, el diputado Madrigal dio que ponía en conocimiento de esa Cámara, “la plausible noticia recibida últimamente de que Juárez acababa de conseguir un espléndido triunfo, dando un golpe de muerte al imperio en mala hora fundado en México; que el Presidente Juárez por este hecho se hacía acreedor a los vítores de toda la América, pues que destruyendo para siempre la preponderancia de Europa en este Hemisferio, mataba cuantas esperanzas de dominio pudiera esta abrigar en lo sucesivo; que al llamar la atención de la Cámara sobre este hecho, era con el objeto de que el Congreso dominicano por su parte, aclamase a Juárez Benemérito de la América; que la República Dominicana estaba en aptitud para ello y podría tomar la iniciativa, dando ejemplo a las demás repúblicas, sus hermanas, que quisieran tomar su simpatía por la causa de la libertad de México; a la que no dudaba debía seguirse la de toda la América de uno a otro extremo”.
Fueron ejemplo incluso para los mexicanos. Tuvieron que pasar 6 años para que los mexicanos nos diésemos cuenta de la dimensión de esta gran obra juarista y es hasta el 18 de abril de 1873, cuando el Congreso de la Unión decretó declarar Benemérito de la Patria en grado de heroico al C. Benito Juárez y fijar su nombre con letras de oro en el Salón de Sesiones del H. Congreso de la Unión.
Hoy, ante el saqueo desvergonzado de los recursos naturales y el reinado de la mentira y la hipocresía, recordemos que Benito Pablo Juárez García, al partir al astral el 18 de julio de 1872, no había cobrado 18 mil pesos de sus emolumentos correspondientes a su última gestión iniciada el 12 de octubre de 1867.
Tiempo y forma de la era de la avaricia mentirosa nos obligan a repensar y repasar el ejemplo de los hombres y mujeres que hicieron posible que disfrutásemos esta heredad que permitimos nos fuese arrancada sin que nos ocupemos de lo que heredaremos a nuestros hijos. Observar que en el momento más grave en el cumplimiento de su deber, sufrieron el asilamiento y marginación para amenazar la realización de su magna obra. Y que hoy, al disminuir esa grandeza a una efeméride les abandonamos y nos abandonamos, sin hacer vida su ejemplo en nuestra cotidianeidad.
Es cuanto:
Dado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 21 de agosto de 2012.
Mario Luis Altuzar Suárez.
Director General de Publicaciones Aldehan SA de CV y sus ediciones Arcano.
Vocero de la Federación de Logias Mexicanas.
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Fuente: A Fuego Lento.