Hoy estatua omnipresente, nombre de miles de calles, ciudades, rancherías y hasta de un danzón, Juárez es sobre todo –como define Andrés Henestrosa- “un hombre de acción y de pensamiento”.
El Benemérito utiliza la pluma como instrumento civilizador, que con eficacia cumple la función didáctica y de servicio al ideario político.
Aquí algunas ideas juaristas, con piezas de sorprendente actualidad:
• Procuremos en nuestros escritos – insistía Benito Juárez (1806-1872)- y aún en nuestras conversaciones, educar a los pueblos, inculcándoles las ideas de libertad y dignidad, con lo que les haremos un bien positivo.
• Han quitado una pluma a nuestro gallo. (Cuando las tropas liberales perdieron una importante batalla en Salamanca, Gto., frente a las tropas conservadoras en 1858).
• Que el enemigo nos venza o nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándose voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquier otra nación se apoderan de algún punto de nuestro territorio, y por nuestra debilidad no podemos desalojarlo de él, dejemos si quiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren.
• Los déspotas aborrecen la luz y la verdad.
• Los mexicanos, en vez de quejarse, deben redoblar sus esfuerzos para librarse de sus tiranos. Así serán dignos de ser libres y respetables porque así deberán su gloria a sus propios esfuerzos.
• México vive. Un pueblo no sucumbe al capricho del poderoso, si defiende la causa de la justicia, de la civilización y de la humanidad.
• Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
• Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere que otros gobiernos u otras naciones hagan por él.
• Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré; por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se engrandezca y se cree un porvenir, que abandone la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria, a que lo han conducido los hombres que sólo con sus palabras se dicen sus amigos y sus libertadores; pero que con sus hechos son sus más crueles tiranos.
• Nada con la fuerza: todo con el derecho y la razón; se conseguiría la práctica de este principio con sólo respetar el derecho ajeno.
• La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige...
• Jamás podrá verificarse, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, una elección sea cual fuere, que sea igualmente agradable, cuando cuenta con la sanción y el voto de la mayoría; de otra manera serán una farsa entre nosotros, el principio democrático y el gobierno republicano.
• Un sistema democrático y eminentemente liberal, como el que nos rige, tiene por base esencial la observancia de la ley. Ni el capricho de un hombre solo, ni el interés de ciertas clases de la sociedad, forman su esencia. Bajo un principio noble y sagrado él otorga la más perfecta libertad, a la vez que reprime y castiga el libertinaje (...) Es por tanto evidente, que a nombre de la libertad jamás es lícito cometer el menor abuso.
• Yo no reconozco otra fuente de poder que la opinión pública.
• Queremos libertad completa de cultos; no queremos religión de estado, y debemos, por lo mismo, considerar a los clérigos – sea cual fuere su credo religioso – como simples ciudadanos, con los derechos que tienen los demás.
• De aquí nacieron las Leyes de Reforma, la nacionalización de los bienes de manos muertas, la libertad de cultos, la independencia absoluta de las potestades civil y espiritual, la secularización, por decirlo así, de la sociedad, cuya marcha estaba detenida por una bastarda alianza en que se profanaba en nombre de Dios y se ultrajaba la dignidad humana.
• Reconozco en cada ciudadano el derecho de tener ideas propias y emitirlas con entera independencia, sin consideraciones de ningún género, porque sólo así serán practicables entre nosotros las sanas doctrinas democráticas que a costa de tanta sangre hemos logrado conquistar.
• La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar.
• Una imprentita: importa mucho hacer la guerra con la pluma.
• Los hombres no son nada; los principios lo son todo.
• Republicanos de corazón (gobernantes), se conforman con vivir en una honrosa medianía, que aleja de ellos la tentación de meter mano en las arcas públicas, para improvisar una de esas vergonzosas fortunas, que la sociedad reprueba y que la sociedad siempre maldice.
• Bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes: no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo resignándose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado.
• El egoísta, lo mismo que el esclavo, no tiene patria ni honor. Amigo de su bien privado y ciego tributario de sus propias pasiones, no atiende al bien de los demás. Ve las leyes conculcadas, la inocencia perseguida, la libertad ultrajada por el más fiero despotismo; ve el suelo patrio profanado por la osada planta de un injusto invasor, y sin embargo, el insensato dice: nada me importa, yo no he de remediar al mundo; ve sacrificar a sus hermanos al furor de una cruel tiranía, con la misma indiferencia que la oveja mira al lobo que desola el rebaño.
• Quien no tenga fe en la justicia de su causa, más le vale pasarse al enemigo.
• Es imposible, moralmente hablando, que la reacción triunfe.
• El que no espera vencer, ya está vencido.
• Siempre tuerce los principios el que oscurece la verdad, para ocultar sus faltas en las tinieblas.
• No deshonra a un hombre equivocarse. Lo deshonra la perseverancia en el error.
• Quisiera que se me juzgara no por mis dichos, sino por mis hechos. Mis dichos son hechos.
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Fuente: Mariano Arista #2.