sábado, 3 de abril de 2010

A los Masones Regulares de la Fraternidad Universal

“NO HAY PEOR SORDO QUE EL QUE NO QUIERE OIR”

Casi tres siglos de Masonería institucionalizada no es poco y por más larga vida masónica que cualquiera pueda tener, ésta será ínfima ante tan larga historia.

La Masonería ha luchado por el cambio de las sociedades; ha sido una organización humana que promovió la educación y el libre-pensamiento en sus miembros y de todas las personas, más allá de algunos “dogmatismos” imperantes en su seno. En estos tres siglos el mundo ha cambiado radicalmente y muchos de esos cambios pueden ser atribuidos a Masones. Pero, con esta historia, aún hay masones que se empecinan en que la Masonería, no debe cambiar.

Transitar 3 siglos y permanecer, no ha sido sencillo, sobre todo cuando existen dicotomías entre una estructura institucional rígida y enmarcada en “antiguos” y estrictos límites con el objetivo de que sus miembros sean hombres libres y, por supuesto, libre-pensadores capaces de cuestionarse a sí mismos y todas las estructuras humanas. Con esta dicotomía, no sin conflictos, se ha transitado hasta nuestros días.

Dicotomías y/o contradicciones entre: lo “antiguo” y lo “moderno”. Lo regular o lo irregular; lo monárquico o lo republicano; lo inglés o lo francés; dios o gadu; gadu o nada; hombres si, mujeres no; religión no, pero tampoco ateos; no política, pero tampoco comunistas ni anarquistas. Etcétera.

Estas dicotomías o contradicciones con las que nos encontramos en la Masonería, ponen al sujeto que ingresa, frente a una situación en la que, en el corto plazo, deberá tomar partido por uno de los bandos contradictorios (no necesariamente los antes enumerados, porque existen muchos más). A partir de esto, es que se han desarrollado muchas “máximas” masónicas afirmando estas contradicciones, por ejemplo: el GADU no es dios, pero lo simboliza; no es dios pero hay que “invocarlo o glorificarlo” obligatoriamente en todo acto masónico. La Masonería propugna por la igualdad entre los seres humanos, pero no acepta mujeres en sus logias; acepta clérigos y creyentes y practicantes de cualquier religión, pero no acepta ateos racionalistas que tienen otras motivaciones valiosas.

Sería larga la lista de contrasentidos con los que nos encontramos. Lo cierto es que hay uno que es el más peligroso de todos: la dicotomía que todos estos temas tienen con el Principio de “tolerancia”. Tolerancia que se define, se trata discursivamente y “de palabra”, se hace un altar a la misma, pero que a la hora de tener que ejercerla, se la olvida, se la esconde, se la bastardea, se la amolda a la conveniencia de cada uno y/o de cada situación. Muchas definiciones y concepciones se escuchan en los talleres sobre la “tolerancia”, tantas como hermanos hay y todas son respetables, pero serían verdaderamente respetables, si se “cumpliera” con este principio, al momento en que es necesario ejercerla para con los otros.

El término y tratamiento de “Hermanos” que nos damos entre nosotros, debiera ser “responsablemente” usado. Este es otro principio que ha sido desvalorizado por su uso obligatorio. La muletilla del término “hermano” precediendo el nombre de cualquier otro iniciado, ha llevado al automatismo de su uso y se ha perdido el verdadero sentido que este tuvo desde el principio de los tiempos, es decir, el sentido del “vínculo” entre las personas.

Hoy en la Masonería se ha caído en el uso automático y, por lo tanto, desvalorizado de sus “usos y costumbres” por falta de la indispensable “comprensión” y vivencia del verdadero sentido de estos automatismos o muletillas.

Los rituales son meros procedimientos realizados con automatismo y también se ha perdido –o incluso, nunca se encontró- el verdadero sentido de que el ritual es un “método” que se aplica.

Repetir correctamente el ritual, en muchos masones, es el sentido de “ser masón”, es el principio y fin de la masonería para ellos; cuando en realidad solo es un “medio” que permite ordenar el desarrollo de las tenidas. El templo masónico, no es un lugar sagrado pese a que el uso de esta denominación así lo deja entrever y presiona liminalmente a los sujetos, cuando en realidad lo que debiera respetarse como un lugar de trabajo o la propia casa de los Hermanos, ya que es simplemente, el sitio físico donde nos reunimos en paz y armonía, alejados de las miradas de profanos y no es un lugar donde se deba “venerar” algo o alguien.

Siguiendo la línea anterior, encontramos otro contrasentido: ¿por qué todavía se sigue usando el término de “venerable”? Venerable significa que se debe ser digno de ser “venerado” por parte de los otros, cuando lo correcto debiera ser “respetable”, o sea, digno de ser respetado, que es una cualidad verdadera y racionalmente humana con la que se valora a una persona, es decir, a través del respeto que logra de los demás. Por otro lado, se lo considera “el primero entre iguales”, es decir, otra contradicción porque esta muletilla también pone en situación de desigualdad a los otros “iguales” y tiene el poder reglamentario de ejercer autoritariamente su voluntad durante el período de su ejercicio si así lo desea o lo concibe.

Si seguimos buscando, seguiremos encontrando. Cada uno de los masones esparcidos por la faz de la tierra, podrá encontrar otras contradicciones o negar las expuestas. Se podrá decir, “la contradicción en esta plancha es evidente”, ya que al comienzo se dice que se cumplirán tres siglos con estas dicotomías. Así es, por lo tanto, el objetivo de esta plancha de arquitectura es la de intentar “tomar conciencia” de estas contradicciones, analizarlas y evitar que sigan promoviendo el conflicto y la discusión entre los masones.

¿No será momento de poner un freno a tanta vorágine iniciática y ponernos, todos y cada uno, personal e institucionalmente, en cada logia y en cada potencia, de hacer un descenso a lo profundo de nuestro ser para encontrar el verdadero sentido de “ser masón” (VITRIOL) para encontrar algunas soluciones?

¿No será momento de comenzar a evitar las dicotomías y discriminaciones entre Masones "Regulares" y Masones "Irregulares" y comenzar un nuevo período de respeto y mutuo conocimiento?

¿No será momento en que nos encontremos y ejerzamos el “vínculo” fraterno entre Hermanos y simplemente nos respetemos en la diversidad del ser persona (todas)?

Como expreso en el título, esta es una reflexión y por ello en este final aparecen algunas preguntas que transmito a este “respetable” (es decir, digno de ser respetado) foro, para vuestra propia reflexión.

Gracias por la atención, comprensión, respeto y aportes. TAF

Daniel Malano M:.M:.

Logia “Alicia Moreau de Justo nº 487”
Santa Fe - Argentina
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Fuente: La Colmena.