domingo, 21 de julio de 2019

Agustín de Iturbide el traidor

Pocos personajes en la historia lograron acumular, en su momento, tanta gloria y reconocimiento como Agustín de Iturbide, el hombre que pudo concitar personas, ideas y voluntades en torno a un ideal que era compartido por toda una nación, y que en lugar de mantener esa posición envidiable, lo perdió todo, prestigio y hasta la vida, por su desbordada ambición.

Con motivo de que el próximo día 27 se cumplen 189 años de la “consumación” de la independencia, no es ocioso hacer algunas consideraciones sobre este personaje que pudo ser glorioso y resultó nefasto.

Después de once años de lucha por la independencia, que parecía interminable por la firme voluntad de los caudillos insurgentes que pese carencias y dificultades no se rendían, como Guadalupoe Victoria, Pedro Ascensio Alquisiras, Osorno, Mier y Terán, Nicolás Bravo y, sobre todo, Vicente Guerrero, los aristócratas partidarios de la continuidad del poder que ellos detentaban desde la capital de la Nueva España, decidieron poner fin a la lucha y separarse de España, sin aceptar el mandato del Rey Fernando Séptimo, o sea una independencia sosteniendo su dominio sobre el pueblo criollo, mestizo e indígena que era el mexicano.

Para ello, buscaron a un militar que aceptara sus condiciones, el cual no podía ser español, sino un criollo ambicioso, destacado en la lucha contra la insurgencia y que no tuviera escrúpulos para manifestarse en contra del Virreinato, y lo encontraron en Agustín de Iturbide, a quien dieron dinero, recursos, poder, armas y todo lo que este pidiera para combatir y vencer a los insurgentes, pero este, en vez de seguir las instrucciones de los conjurados, que se reunían en la iglesia de La Profesa, en la ciudad de México, encabezados por el Cura Monteagudo, hizo su propio plan, con lo que traicionó a sus protectores.

Marchó al sur supuestamente a combatir a Guerrero, pero tenía ya la intención de que se unieran para proclamar la independencia, lo cual logró después de varias cartas y la entrevista final para dar a conocer el Plan de Iguala.

Todas las ciudades y poblaciones importantes de México se adhirieron a esa decisión y la apoyaron con singular entusiasmo. Dada la humilded, sencillez y generosidad de Vicente Guerrero, Iturbide quedó como el máximo caudillo y recorrió medio país hata llegar a la ciudad de México en triunfo, el 27 de septiembre de 1821, donde pronunció la famosa frase de: “Mexicanos, os he enseñado el camino para ser libres, a ustedes toca el de ser felices…

El pueblo se desbordó en cariño y respeto a Iturbide, pero el compromiso con los insurgentes era el de convocar a un Congreso que diera una Constitución Liberal y Repúblicana al país, establecer el Tribunal Superior de Justicia y crear un Poder Ejecutivo que permitiera el avance democrático a la nación que estaba por nacer, lo que Iturbide aceptó en principio aunque ya pensaba en la traición..

Solo que a los pocos días Iturbide sacó las uñas y utilizando a su testaferro Pío Marcha, se proclamó Emperador y demostró su terrible ambición y mala entraña, cuando disolvió al Congreso Constituyente, encarceló a sus principales dirigentes, destruyó al incipiente Tribunal Superior de Justicia y desconoció a la Junta Gubernativa, para constituirse en Emperador con poderes absolutos de un país que todo lo quería, menos un imperio y un mandatario más cruel y negativo que del que se había liberado.

Así, Agustín se traicionó a si mismo al traicionar a sus protectores, a todos los que en él creyeron, a los insurgentes que le tendieron la mano y a todo el pueblo que lo admiró y aclamó hasta el día previo a que manifestara su ambición desbordada.

Pronto obtuvo respuesta, los antiguos insurgentes y los nuevos federalistas se levantaron en armas, lo vencieron, lo destituyeron vergonzosamente y lo echaron del país, con la clara advertencia de que si volvía sería fusilado sin más trámite, lo cual ocurrió cuando retornó pensando que lo iban a recibir con aclamaciones, cuando lo único que le dieron fueron las balas del pelotón de ajusticiamiento.

Como Porfirio Díaz, Iturbide fue ejemplo de quien se traiciona a sí mismo y tiene que pagar por ello.

El 27 de septiembre celebramos la consumación de la independencia, con el homenaje a quien merece en verdad el reconocimiento por este hecho, que es Vicente Guerrero, quien se destaca por su perseverancia, sacrificio, patriotismo sin límite y la firme vocación libertaria, quien no se dejó engañar por Iturbide pues le advirtió con firmeza que tomaba el camino equivocado al traicionar el postulado fundamental del Plan de Iguala, que era el de avanzar por el camino de la democracia y no de un Imperio, postura a la que también se unieron personajes como Valentín Gómez Farías, Francisco García Salinas, Prisciliano Sánchez y otros.

Por otra parte, no debemos olvidar que la verdadera Acta de la Independencia de México, es la que expidió el Congreso de Anáhuak, el 7 de noviembre de 1813, convocado por el mexicano por antonomasía, José María Morelos y Pavbón, en Chilpancingo, y no la del 27 de sepotiembre de 1821, signada por personajes que nada tuvieron que ver con la larga y sacrificada lucha iniciada por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, en Dolores, Guanajuato, el 16 de septiembre de 1810.

La lección de la Historia es implacable y debe escribirse con claridad para poner a cada quien en su lugar, en “El Bien Decir… para el Bien Hacer”.

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Fuente:
Periódico Actualidades México, por Othon Villela.