Por Jorge Martínez / Quadratín.
TACÁMBARO, Mich. 15 de octubre del 2009.- ”Aunque hay quienes aseguran que la excomunión fue anulada al haber confesado a Hidalgo y Morelos antes de morir, el hecho es que la Iglesia Católica no hizo nada para evitar un proceso degradatorio y una muerte indigna a Hidalgo”, afirmó Mario Avila González, representante en Michoacán de la Confederación de Grandes Potencias Masónicas de la República Méxicana, quien asegura que el edicto de excomunión muestra un monumento increíble al odio y la maldad.
En entrevista con Quadratín, el integrante de la Confederación de Grandes Potencias Masónicas del país dijo que, ”siempre aliada de las fuerzas conservadoras, la jerarquía católica mexicana, hace dos siglos, maldijo y degradó al Cura Hidalgo y a Morelos y, ahora, de manera oportunista, exige participar en las celebraciones del Bicentenario de la Independencia para promover una visión de la historia afin a sus intereses”, al tiempo de expresar que ”esa actitud de la Conferencia del Episcopado Mexicano tiene un sello político, oportunista y reivindicador, dentro del marco de una historia de emancipación que, en justicia, le es adversa”. Don Mario Avila González recalca que la institución religiosa luchó al lado de los españoles y en contra de las aspiraciones de Independencia Nacional de los mexicanos, condenando a los insurgentes y aplicando juicio inquisitorial a los sacerdotes que simpatizaban con el movimiento, al mismo tiempo que negaba la absolución a todo aquel que comulgaba con la idea de libertad.
En ese sentido, afirma que los insurgentes, en sentido estricto, lucharon y murieron excomulgados por la Iglesia Católica, la cual, utilizando la religión como instrumento político, celebraba misas con Te Deum las victorias de los realistas. Al dar detalles sobre la excomunión de Hidalgo, Mario Avila señala que el proceso degradatorio previo a su muerte se llevó a cabo el 29 de julio de 1811 en una de las salas del Hospital Real de Chihuahua, consistiendo en rasparle con un cuchillo la piel de la cabeza, que había sido consagrada; también le arrancaron la yema de los pulgares e índices de las manos que habían sido consagradas en el día de su ordenación, después lo entregaron al gobierno español para que lo fusilaran. Al respecto, puntualiza que ”la masonería reclama a la jerarquía católica que revise y reflexione con objetividad en torno a las injustas acusaciones enderezadas contra los mexicanos fundadores de la patria, quienes lucharon por instituir un régimen de justicia e igualdad sociales”.
Fuente: Quadratín.